La presencia de peregrinos está perfectamente constatada desde la Edad Media, particularmente desde la segunda mitad del siglo XIV. Así, en las indulgencias del Papa Clemente VII en 1392 afirma que a “la Capilla de la Santa Cruz de dicho Real Castillo concurre gran multitud de los mismos fieles que viene de lejanas partes”. En los siglos XV y XVI consta la existencia de tres hospitales que reservaban camas para peregrinos. Igualmente, podemos confirmar numerosos testimonios de presencia de peregrinos, entre ellos, Fernando el Católico o san Juan de la Cruz.
Es una ocasión extraordinaria que el Señor nos ofrece para renovar nuestra vida cristiana y para dar testimonio de nuestra fe.
EI tiempo jubilar no es un acontecimiento mágico, sino que supone examinar nuestra conciencia a la luz del evangelio. Los cristianos hemos de descubrir en nuestra vida al Señor para que Él nos ayude a detectar nuestras debilidades y flaquezas y de este modo podamos transformarlas hacia el amor y el servicio. Purificar la Memoria que pide a todos un acto de valentía y humildad para reconocerlas faltas cometidas por quienes llevamos el nombre de cristianos.
La peregrinación a Caravaca nos enseña que la vida es un camino. La vida cristiana también es un camino hacia la eternidad. Un camino que parte de nuestro bautismo y concluye al final de nuestros días. San Pablo, en su carta a Timoteo, describe así este camino: “he combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe”.
La vida cristiana es un combate permanente para no dejarnos seducir por el mal, que pretende apartarnos del plan de Dios para nuestra vida. En esa guerra contra el mal, a veces somos vencidos, el pecado se hace presente en nuestra vida, rompiendo el proyecto de Dios.
El sacramento del perdón, la confesión de nuestros pecados, nos restablece, nos reconcilia con Dios y con los hermanos, nos devuelve la paz. Pero la lucha contra el mal, contra el pecado, como toda guerra, deja secuelas que siguen estando presentes en nuestra alma, tras alcanzar de nuevo la paz. Nuestra tendencia al mal, al egoísmo, necesita de la ayuda y de la gracia de Dios.
Las indulgencias son la gracia que Dios nos concede para que el camino de nuestra recuperación, conversión y amor se haga cada vez más profundo, fácil y rápido. La iglesia, como misterio de salvación, puede distribuir las indulgencias, el auxilio de Dios, para creer y madurar en el amor.
El escrito de concesión de la Penitenciaría Apostólica establece la Indulgencia Plenaria en las siguientes fechas:
- El día 3 de Mayo, Festividad del hallazgo de la Cruz.
- El 14 de Septiembre, Festividad de la Exaltación de la Cruz.
- Una vez al año en el día que libremente se elija por los fieles.
- Siempre que por devoción se peregrine a la Basílica en grupo.
- En las celebraciones de la solemne Apertura y Clausura del Año Santo.
- En los días en los cuales el obispo diocesano presida algún rito solemne.
Condiciones usuales para recibir la gracia del Jubileo.
- Se trata de observar unas prescripciones tradicionales de la Iglesia: visita y participación en cualquier celebración en la Basílica de la Stma. y Vera Cruz de Caravaca, con la devoción e intención de ganar el Jubileo y orar por las intenciones de Sumo Pontífice (no basta una visita turística).
- En caso de no poder participar en una celebración, es suficiente la visita a la Basílica y la orar por la paz del mundo e intenciones del Romano Pontífice (padrenuestro, credo…).
- Confesión sacramental y comunión eucarística. No es obligatorio el recibir estos sacramentos indispensablemente en la Basílica ni en el día de la visita. Pueden recibirse unos días antes o después de la peregrinación al templo de la Cruz, en otra iglesia o en la propia parroquia de los fieles que peregrinen.
Sí, en cualquier día de cualquier año. Siempre que se respeten las condiciones anteriores.
Primera Parte: Iglesia del Salvador
- En la Iglesia Parroquial del Salvador, o donde le asigne al grupo, da comienzo la última parte del camino, donde se inicia la subida del tramo final que da acceso a la explanada de la Basílica de la Vera Cruz, en cuyo interior el grupo de peregrinos será recibido con un breve rito de introducción a la Liturgia Jubilar.
- El inicio del Acto de Peregrinación se celebrará a las 11:15 h de la mañana todos los días de la semana.
- Bendición de los peregrinos e inicio de la peregrinación.
Segunda parte: llegada a la Basílica.
- Cuando la procesión llega al Santuario es acogida por el capellán o el sacerdote designado para celebrar la Eucaristía.
- Procesión de entrada.
Tercera parte: Celebración de la Eucaristía.
- Breve explicación introductoria del sentido de la Cruz, de su importancia y su trayectoria histórica.
- Misa del Peregrino (todos los días a las 12 h), exposición Solemne de la Cruz y Bendición.
- En todas las celebraciones, al final de las mismas, la Cruz se expondrá en el altar para su veneración, rezándose las preces jubilares e impartiéndose la bendición con la Sagrada Reliquia.
- En las fechas oportunas (sábados y días festivos), los actos se celebrarán en la explanada cuando sea dificultoso acoger a los numerosos peregrinos en el templo.
Te rogamos, Señor Santo, Padre Omnipotente, Eterno Dios, que bendigas a tu pueblo con el signo de la Cruz, símbolo de tu amor redentor y acercamiento a nosotros, para que sea nuestra ayuda en la debilidad, aliento en la dificultad, alegría en nuestro trabajo, fundamento de nuestra fe y garantía de tu presencia amorosa en el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor, Amén.